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La corrupción sigue siendo una de las principales formas de delincuencia organizada en Chequia
Praga – La corrupción continúa siendo una de las principales formas de delincuencia organizada en la República Checa, especialmente en los sectores de la construcción, la sanidad y las tecnologías de la información, según declaró el director del Centro Nacional contra la Delincuencia Organizada (NCOZ), Jiří Mazánek, en una entrevista concedida a ČTK y Radio Checa.
El informe anual del NCOZ, publicado el 9 de octubre de 2025, confirma que las tendencias delictivas más significativas incluyen también el fraude fiscal y aduanero a gran escala, que involucra a grupos internacionales. Además, los fraudes de inversión y financieros continúan aumentando tanto en número como en sofisticación.
Aumento de casos y acusaciones
Durante el último año, el NCOZ inició acciones penales en 75 casos, 16 más que el año anterior. En total, se imputaron 329 personas y 53 entidades jurídicas, frente a las 301 y 45 del año anterior. Además, se presentaron 52 escritos de acusación que involucraron a 194 personas y 15 empresas.
“El año pasado teníamos 284 casos en trámite, lo que consideramos una cifra elevada”, señaló Mazánek, quien dirige el centro desde hace más de siete años. Según explicó, muchas investigaciones se fragmentan en varios expedientes menores, lo que dificulta las estadísticas. “Lo importante no son los números, sino los fenómenos delictivos, que permanecen prácticamente iguales, aunque los métodos cambian”, añadió.
De los casos registrados, 158 correspondieron a delitos económicos y de corrupción, 69 a delitos financieros, 50 a estructuras delictivas organizadas y siete a delitos informáticos.
Corrupción persistente y fenómenos paneuropeos
Mazánek lamentó que la corrupción continúe infiltrándose en las instituciones públicas. “Si recorremos varias oficinas de distrito, siempre encontramos a alguien explotando lcontratación pública. Y tres o cuatro años después, la situación se repite. Es triste, pero real”, afirmó.
El director del NCOZ subrayó que la República Checa no se diferencia del resto de Europa en materia de corrupción. “No se trata de una cuestión del Este o del Oeste. La corrupción es un fenómeno paneuropeo. Solo que, en algunos países occidentales, otros problemas —como la migración ilegal o la violencia callejera— la ocultan parcialmente”, explicó.
Entre los ámbitos más vulnerables figuran la gestión de residuos, la asignación de presupuestos públicos y el fraude con permisos de emisión, donde eludir las regulaciones puede generar beneficios millonarios.
Delitos fiscales y profesionalización criminal
Los fraudes del IVA en transacciones transfronterizas dentro de la UE siguen siendo una de las principales fuentes de ingresos ilegales. Los delincuentes no buscan tanto obtener devoluciones indebidas, sino evadir el pago de impuestos. “Aumentan tanto los daños económicos como la profesionalización de los grupos criminales, que innovan constantemente sus métodos”, advirtió Mazánek.
Además de la corrupción y el fraude fiscal, el NCOZ investiga casos de trata de personas, tanto con fines sexuales como laborales, así como migración ilegal, blanqueo de capitales y fraude de inversiones. “La guerra en Ucrania también nos ha traído el regreso de los delitos sancionados, es decir, violaciones a las sanciones impuestas a Rusia. Tenemos varias decenas de casos en curso”, señaló.
La corrupción se ha convertido en uno de los males persistentes que han acompañado a la República Checa desde la instauración de la democracia en 1989. Tres décadas después del fin del comunismo, este flagelo continúa devorando lentamente la credibilidad de los partidos políticos tradicionales y minando la confianza ciudadana en las instituciones del Estado.
Desde el célebre caso de David Rath, cuando el entonces político socialdemócrata fue sorprendido con varios millones de coronas escondidos en cajas de vino, hasta los escándalos más recientes como el “Nido de la Cigüeña” (Čapí hnízdo) o la investigación sobre el fraude de Bitcoin, la corrupción ha sido un hilo conductor en la vida pública checa. Ningún gran partido parece haber salido indemne: tanto la ODS (Partido Democrático Cívico) como la Socialdemocracia (ČSSD) han estado involucrados directa o indirectamente en casos que pusieron en duda su integridad.
De la decepción al voto de protesta
El desgaste acumulado de las formaciones tradicionales ha abierto espacio a nuevos actores políticos. Los partidos nacionalistas y antisistema, como Motoristas (Motoristé) y SPD (Libertad y Democracia Directa), son el reflejo de una sociedad que se siente defraudada por la élite política. Su auge no se debe únicamente al descontento económico o cultural, sino a un hartazgo moral: la percepción de que, en nombre de la democracia, el robo y el clientelismo se han institucionalizado.
“El ciudadano medio ya no cree en las promesas de limpieza moral ni en los compromisos éticos de los partidos tradicionales”, señala un analista político consultado. “Lo que vemos hoy es una mezcla de rabia silenciosa y desconfianza estructural, que se traduce en votos de castigo y en el éxito de los discursos populistas”.
Falta de alternativas reales
A pesar de la indignación generalizada, no han surgido nuevas ofertas políticas sólidas que encarnen un cambio real. La fragmentación del panorama político, la falta de liderazgo y el desencanto con la clase dirigente dificultan la aparición de proyectos reformistas con credibilidad social.
La corrupción en la República Checa no solo afecta la imagen de los partidos, sino también la eficacia del Estado. Desde los contratos públicos hasta la gestión de fondos europeos, las prácticas irregulares han erosionado la transparencia institucional y debilitado la confianza internacional en el país.
Un desafío para la democracia
Treinta y cinco años después de la Revolución de Terciopelo, la corrupción sigue siendo una herida abierta en la democracia checa. Los casos judiciales se acumulan, los partidos se desgastan y los ciudadanos observan, cada vez más escépticos, cómo las promesas de regeneración se desvanecen entre viejas costumbres políticas.
El desafío no es solo penal o administrativo, sino moral y generacional. Mientras no aparezca una fuerza política capaz de reconstruir la ética pública y restaurar la confianza en las instituciones, Chequia continuará atrapada en un círculo vicioso donde la indignación se convierte en apatía, y la democracia, en un escenario repetido de corrupción impune.
Del crimen analógico a la era digital
Una de las mayores preocupaciones del NCOZ es el uso creciente de tecnologías modernas e inteligencia artificial en actividades criminales. Sin embargo, la policía checa enfrenta una brecha tecnológica.
“Seguimos siendo una fuerza policial analógica en un mundo digital”, reconoció Mazánek. “Los delincuentes utilizan IA y sistemas avanzados porque tienen dinero para hacerlo. En cambio, nosotros trabajamos con tecnología obsoleta, incluso con computadoras de diez años”, lamentó.
A pesar de estas limitaciones, el director considera que el NCOZ mantiene un nivel de detección de delitos comparable al FBI estadounidense o a la BKA alemana, aunque con menos recursos materiales y técnicos.
