Los síntomas de la COVID-19 vuelven a confundirse con el resfriado común, advierten los expertos
La farmacéutica Pavla Horáková, jefa de la consulta en línea Lékárna.cz, explica cómo diferenciar los síntomas y qué medidas tomar ante un posible contagio.
Praga – La COVID-19 sigue siendo una enfermedad de múltiples rostros. Aunque la mayoría de los casos actuales presentan síntomas leves o moderados, los especialistas advierten que el virus continúa circulando y que sus manifestaciones pueden confundirse fácilmente con las del resfriado común o la gripe.
Según explica la farmacéutica Pavla Horáková, jefa de la consulta en línea Lékárna.cz, los síntomas más habituales son fiebre alta, tos seca, fatiga y malestar general. Uno de los signos más característicos de la COVID-19 sigue siendo la pérdida repentina del gusto o del olfato, incluso sin congestión nasal. También pueden presentarse dolor de garganta, secreción nasal, dolores musculares, articulares o de cabeza, y en algunos casos, escalofríos o temblores.
“Es muy difícil distinguir la COVID-19 del resfriado común solo por los síntomas”, advierte Horáková. “El resfriado suele aparecer más rápido, con una evolución más leve y corta, mientras que la COVID-19 tiende a desarrollarse de manera más lenta y afectar a más sistemas del cuerpo, incluyendo el digestivo”.
Algunos pacientes, añade, presentan náuseas, vómitos o diarrea, y los casos más graves cursan con dificultad respiratoria o dolor en el pecho, lo que requiere atención médica inmediata. Además, no todos los infectados muestran síntomas: “Hay personas completamente asintomáticas que pueden transmitir el virus sin saberlo”.
Por ello, la especialista recomienda realizar una prueba de antígenos o PCR ante cualquier sospecha de infección y mantener el aislamiento hasta obtener el resultado.
Tratamiento y precauciones
El tratamiento de la COVID-19 continúa siendo sintomático, centrado en aliviar las molestias, descansar y mantener una buena hidratación. Para reducir la fiebre y el dolor, se pueden utilizar paracetamol (Paralen) o ibuprofeno (Ibalgin, Nurofen), aunque Horáková recuerda que no deben combinarse varios productos con el mismo principio activo para evitar una sobredosis.
“Los antibióticos no tienen efecto sobre las infecciones virales”, enfatiza. “Solo se recetan si hay una sobreinfección bacteriana comprobada, y eso debe evaluarlo un médico”.
También advierte sobre las posibles interacciones entre medicamentos, especialmente en pacientes con enfermedades crónicas o en tratamiento anticoagulante. Por ejemplo, el ibuprofeno puede aumentar el riesgo de sangrado si se combina con anticoagulantes, y el paracetamol debe limitarse en personas con enfermedad hepática.
Para la tos seca, se recomiendan fármacos con dextrometorfano o butamirato, mientras que para la tos productiva se utilizan mucolíticos como el ambroxol o la acetilcisteína. No deben combinarse ambos tipos de medicamentos simultáneamente.
Las pastillas o aerosoles antisépticos alivian el dolor de garganta, y las gotas o aerosoles nasales pueden reducir la congestión, aunque su uso no debe prolongarse más de cinco a siete días para evitar daño a la mucosa nasal.
Atención especial a los grupos de riesgo
La farmacéutica insiste en que las personas mayores, los pacientes con enfermedades crónicas y quienes tienen el sistema inmunitario debilitado deben actuar con especial precaución, ya que el curso de la enfermedad puede ser más grave en estos grupos.
Reconocer los síntomas a tiempo, realizar las pruebas adecuadas y evitar la automedicación son las claves para una recuperación segura. “La prevención sigue siendo nuestra mejor herramienta”, concluye Horáková
