El escándalo de los “bitcoins malditos”: el Estado recupera el tesoro digital que hundió a Blažek
Praga – Un puñado de monedas virtuales, invisibles y hechas de unos y ceros, acaba de sacudir a la política checa. El Estado ha recuperado los bitcoins que el exministro de Justicia Pavel Blažek (ODS) compró para sí mismo y que terminaron costándole no solo el cargo, sino probablemente su futuro político.
El anuncio llegó el miércoles, tras un acuerdo con los subastadores a quienes el Estado había vendido —por error y sin transparencia— las criptomonedas donadas. El misterio ahora es uno solo: ¿cuándo podrá el Estado poner la mano sobre este “tesoro digital”?
El error fatal: bitcoins manchados de sospecha
El Estado cometió un fallo mayúsculo al subastar los bitcoins sin revelar que podrían tener un origen criminal. Las alarmas suenan más fuerte al recordar que Tomáš Jiřikovský, ya condenado por tráfico de drogas, estuvo detrás de un mercado virtual donde las criptomonedas eran la sangre que alimentaba el negocio ilícito.
Los compradores engañados serán compensados: el Estado reembolsará tanto el dinero como la diferencia por el cambio de valor. Pero los bitcoins, al menos por ahora, quedarán en manos de la policía y congelados en cuentas ministeriales.
Tesoro bloqueado: el Estado, impotente ante su botín“Los fondos están sujetos a pruebas, por lo que nadie puede manejarlos, ni siquiera el Estado”, advirtió la senadora y abogada Hana Kordová Marvanová. El plan inicial de Blažek —utilizar el dinero para aumentar los salarios en el sistema penitenciario— se evapora en el aire.
En la práctica, los bitcoins están en un limbo: ni del Estado, ni de nadie. Podrían ser decomisados, quedar incautados durante el proceso penal o, en el escenario más polémico, terminar de nuevo en manos de Jiřikovský, si no se logra demostrar su origen ilícito.
Un caso con resonancia internacional
La historia recuerda a Alemania, que en 2023 confiscó casi 50.000 bitcoins al operador del portal Movie2k. La venta masiva provocó una caída en el precio global. Alemania incluso tiene una ley que obliga al Estado a vender rápido para no manipular el mercado.
En Chequia, en cambio, los expertos temen que la incertidumbre y los retrasos conviertan este caso en otro bochorno financiero a costa de los contribuyentes.
¿Un regalo envenenado?
El trasfondo es aún más inquietante: los bitcoins vinculados al crimen llevan una marca en la cadena de bloques. Cuando alguien intenta canjearlos, las plataformas de intercambio activan una “luz roja”. Solo el Estado puede “limpiarlos” mediante una confiscación o subasta, pero un simple contrato de donación —como el que hizo Jiřikovský— no basta.
Algunos expertos sospechan que toda la maniobra del traficante tenía ese objetivo: blanquear su fortuna disfrazándola de donación patriótica.
¿Quién gana y quién pierde?
Lo cierto es que el Estado ya ha tenido que pagar de su bolsillo unos 50 millones de coronas por el riesgo cambiario. El saldo final se conocerá a mediados de septiembre, pero el daño político y la sombra de escándalo ya están escritos.
Mientras tanto, los “bitcoins malditos” siguen en cuarentena, como un tesoro digital que nadie puede tocar. Y la pregunta retumba en Praga:
¿será esta criptomoneda la ruina definitiva de Pavel Blažek… o el próximo botín del Estado checo?