7 cosas que no sabías sobre el Museo Nacional de Praga
Durante más de dos siglos, los checos han mirado el mundo a través de las vitrinas del Museo Nacional de Praga. Sin embargo, la historia de este símbolo cultural guarda secretos sorprendentes: no siempre estuvo en la Plaza de Wenceslao, tiene tesoros ocultos y hasta una ballena gigante bajo techo.
1. Un origen aristocrático en 1818
El actual Museo Nacional nació como Museo Patriótico del Reino de Bohemia gracias a las donaciones de aristócratas ilustrados, especialmente colecciones de historia natural. Fundado oficialmente el 15 de abril de 1818, su primera sede fue el Palacio Šternberk en Hradčany. Luego pasó al Palacio Nostic (hoy Savarin) y no fue hasta 1891 cuando se instaló en el imponente edificio neorrenacentista que hoy preside la parte alta de la Plaza de Wenceslao.
2. Una reconstrucción que sorprende a nuestros antepasados
Tras su renovación, el edificio histórico recuperó su aspecto de 1891 pero con mejoras impensables hace un siglo: acceso sin barreras, exposiciones multimedia, un Museo Infantil y un pasillo subterráneo que lo conecta con el nuevo edificio. Además, ahora ofrece una cúpula visitable con vistas panorámicas del centro histórico y el Castillo de Praga.
3. Una fuente que casi fue San Wenceslao
La fuente monumental frente al museo, diseñada por Josef Schulz, se erigió en 1890 con arenisca y granito rojo. Su lugar estaba destinado originalmente para la estatua ecuestre de San Wenceslao, que finalmente se colocó más adentro de la plaza. La fuente está adornada con alegorías de Bohemia, Moravia y Silesia, así como de los ríos Elba y Moldava. Hoy, cuenta con 37 luces impermeables capaces de crear hasta 20 mil combinaciones de colores.
4. Un mensaje oculto para el futuro
En lo alto de la torre principal se esconde una cápsula del tiempo. La primera, colocada en 1972, contenía monedas, un periódico y fotografías. La actual guarda recuerdos de la última reconstrucción, billetes y monedas checas, prensa reciente, material promocional y un soporte especial con archivos digitales pensados para ser legibles durante décadas.
5. El museo en cifras y un juego secreto
Bajo sus ventanas doradas figuran los nombres de 72 personalidades históricas —checas y extranjeras— vinculadas a las tierras de Bohemia. Aventureros urbanos los usan como código para juegos y acertijos: basta con combinar letras y ventanas para revelar mensajes ocultos.
6. Ballenas, dinosaurios y un calamar gigante
Entre las piezas más icónicas está el esqueleto de una ballena minke, que permaneció dentro del museo durante la reconstrucción. Hoy comparte sala con un modelo realista a tamaño natural de otra ballena minke y con la recreación del único dinosaurio checo, el Burianosaurus augustai. También destaca un arrecife de coral con un calamar gigante de 17 metros suspendido sobre él.
7. Un museo que son muchos
El Museo Nacional no es solo el edificio de la Plaza de Wenceslao. En Praga incluye el Museo Náprstek, el Museo Checo de Música, el Museo Etnográfico, el Monumento Nacional en Vítkov, el Lapidario, el Museo Bedřich Smetana, el Museo Antonín Dvořák y varios memoriales históricos. Fuera de la capital gestiona espacios tan variados como el castillo de Vrchotovy Janovice, el monumento a Jan Palach en Všetaty y la villa Hana y Edvard Beneš en Sezimov Ústí.