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El banco central

Chequia ya no cree en nada: entre cigüeñas, Bitcoin y burla generalizada

La democracia checa se disuelve entre la desilusión, la corrupción y una juventud atrapada en el absurdo

Durante años hemos sido testigos de cómo la sociedad checa se ha ido divorciando, lenta pero persistentemente, de la política. Aquel viejo chiste nacional —que bajo el socialismo el pueblo pensaba en serio mientras el gobierno se burlaba, y que en el capitalismo es el gobierno quien piensa en serio mientras el pueblo se burla— parece haber mutado en algo aún más corrosivo: ahora ambos se burlan del otro, y la política checa se ha convertido en el arte de la burla.

¿Y si Havel escribiera hoy?

Imaginemos, por un momento, que Václav Havel estuviera vivo. Tal vez escribiría una nueva versión de su célebre Ópera del Mendigo, aunque esta vez en plural. Porque mientras se acercan las elecciones, el gobierno mendiga votos y los ciudadanos mendigan soluciones reales.

En este teatro del absurdo, el único ganador será —una vez más— la corrupción: representada por un nido de cigüeñas, por una moneda de Bitcoin, o, en un giro más grotesco aún, por unas cigüeñas que pagan en Bitcoin.

Hace algunas décadas, semejante espectáculo habría sido atribuido a las secuelas del socialismo. Hoy, no hay a quién culpar. Un observador lúcido podría concluir que la realidad política checa ha superado cualquier ficción.

Democracia o pesadilla febril

Lo que ocurre en Chequia necesita ser explicado. La joven y prometedora democracia se ha llenado de todos los flagelos de las democracias occidentales más antiguas, pero sin sus logros. Las contradicciones son profundas, las paradojas grotescas, las exageraciones desmesuradas.

Uno no puede evitar preguntarse si ha perdido la cordura o si, simplemente, Havel fue solo un sueño pasajero. Chequia parece inmersa en un proceso kafkiano donde, como advertía Cheo Feliciano, “el que condena la corrupción no es nada más que un ratón”. Aquí, “lo que es, es lo que no es, porque lo que no es, es lo que es”. Una lógica invertida. Una distorsión sistemática de la realidad. Una alucinación colectiva escondida en las urnas y mal llamada democracia.

Juventud checa: entre la desilusión y la utopía

Los jóvenes checos viven atrapados en el país de las paradojas: entre la desilusión democrática de sus padres y el anhelo de una sociedad más justa. Muchos buscan una nueva forma de resistencia, una basada en ideales de igualdad y justicia social.

Pero la encrucijada en la que se encuentran es profunda. Criados en un entorno donde lo absurdo se ha normalizado, donde la verdad se tergiversa, empiezan a pensar que el sexo está preso en el cuerpo y que la independencia económica es una ilusión que se disuelve con cada día de salario precario. Esta generación carga ya con consecuencias psicosociales y culturales que la marcarán —quizá de forma irreversible— y que afectarán también a las siguientes.

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