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Petr Fiala

1. Moción de censura con sabor a escándalo

La Cámara de Diputados de la República Checa celebró hoy una sesión extraordinaria convocada por la oposición con el objetivo de votar una moción de censura contra el Gobierno del Primer Ministro Petr Fiala (ODS). El detonante fue el llamado “escándalo del bitcoin”, relacionado con una donación en criptomoneda por casi mil millones de coronas al Ministerio de Justicia, lo que ya provocó la dimisión del ministro Pavel Blažek (ODS).

Los partidos de oposición ANO y SPD acusan al Gobierno de corrupción, encubrimiento y manipulación, y exigen no solo la renuncia de los ministros Zbyněk Stanjura y Eva Decroix, sino también la caída del gabinete completo. Aunque es el cuarto intento de censura en esta legislatura, este caso destaca por la gravedad del escándalo que involucra directamente a miembros del gabinete.

2. Una oposición decidida pero sin mayoría

La oposición cuenta actualmente con 96 diputados —los de ANO, SPD y ahora también los Piratas—, pero para que la moción prospere se necesitan al menos 101 votos. Esto implica que cinco diputados del bloque oficialista tendrían que romper filas, algo incierto hasta el momento.

Los Piratas, antiguos socios de la coalición, se vieron forzados a respaldar la moción. La vicepresidenta pirata Olga Richterová declaró que el ministro Stanjura conocía la procedencia de la donación y no actuó, por lo que debería dimitir. El presidente del partido, Zdeněk Hřib, aseguró que si el ODS quiere mantener al Gobierno, debe sustituir a los ministros implicados por expertos independientes.

3. El fuego cruzado en el Parlamento

Durante los debates, el líder de ANO, Andrej Babiš, calificó la donación como “el escándalo de corrupción más sucio de la historia de la República Checa”. Aseguró que no fue un error aislado, sino un plan para legalizar dinero de dudosa procedencia y comprar poder político. Según él, Blažek y Stanjura fueron los arquitectos del plan y el Primer Ministro Fiala lo encubrió. Babiš criticó la falta de transparencia del Gobierno y su actitud represiva hacia la libertad de expresión.

Tomio Okamura, líder del SPD, comparó la situación con la caída del Gobierno de Topolánek en 2009. Acusó al gabinete de “mentir y ser estúpido” y apeló a la conciencia de los diputados oficialistas para no encubrir más el escándalo.

4. División en la coalición y mensajes contradictorios

Mientras el movimiento STAN expresó su apoyo al Primer Ministro, su líder Vít Rakušan reconoció la crisis de confianza y llamó a recuperar el respaldo ciudadano en los próximos cuatro meses. Resaltó los logros en seguridad y migración como defensa de la gestión gubernamental.

Por su parte, los Piratas adoptaron una postura crítica pero moderada. Si bien respaldan la moción de censura, estarían dispuestos a permitir la continuidad del Gobierno si los ministros Stanjura y Decroix son reemplazados.

5. Fiala asume el golpe, pero no cede

El Primer Ministro Petr Fiala intervino al final del debate y calificó la aceptación de la donación como un error político. Reconoció el daño a la confianza pública, pero aseguró que no se había violado la ley y que la responsabilidad política ya se asumió con la renuncia de Blažek.

Fiala defendió que no se utilizaron fondos públicos ni se cometió delito alguno. Reiteró que su Gobierno no pretende ocultar nada, que se ha convocado al Consejo de Seguridad del Estado y que los organismos independientes están investigando el caso. Aun así, el impacto político parece ya irreversible.

Corrupción en cifras: el bitcoin no es un caso aislado

El escándalo del bitcoin en la República Checa nos obliga a revisar el Índice de Percepción de la Corrupción correspondiente a 2024. Según el informe de Transparencia Internacional, el país obtuvo una puntuación de 56 sobre 100, en una escala donde 0 indica un sector público altamente corrupto y 100 representa una administración muy limpia.

Desde 1996, la República Checa ha promediado 49.71 puntos, alcanzando su mejor resultado en 2018 con 59 puntos y su peor registro en 2002 con apenas 37. Si nos fijamos en estas cifras, el gobierno de Petr Fiala ha obtenido el segundo mejor resultado histórico, pero también evidencia que los problemas de corrupción persisten.

Este contexto pone en duda que el caso del bitcoin sea un hecho aislado. Al contrario, refleja una percepción pública de corrupción estructural que, aunque haya mejorado con el tiempo, sigue siendo motivo de alarma y exige respuestas más contundentes por parte de las instituciones.

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