Una Oferta Demasiado Buena para Ser Cierta
Un turista entra en un restaurante típico de Praga y, para su sorpresa, ve un cartel que dice: „Todo lo que pida hoy lo pagará su bisnieto“. Sorprendido por la oferta, decide aprovechar la oportunidad y empieza a pedir platos exquisitos, manjares y bebidas sin moderación.
Cuando le traen el vigésimo plato, completamente satisfecho, decide dar por terminada su cena. Se levanta y le dice al camarero:
—Gracias, pero realmente no puedo más. ¡Muchas gracias y que la pasen bien!
El turista se dispone a salir, pero el camarero lo detiene con una sonrisa astuta y le dice:
—¡Espere, espere! ¡Aún no ha pagado!
El turista, confundido, responde:
—¡Pero mi bisnieto pagará todo esto en el futuro!
El camarero le devuelve la sonrisa y le dice:
—¡Sí, pero esta es la cuenta de su bisabuelo!
El Mantel Quemado y la Justicia Histórica
El turista, sin más opción, saca su billetera y paga la enorme cuenta. Mientras entrega el dinero, el camarero le dice con tono serio:
—Oh, se me olvidaba… Noté que ha quemado nuestro mantel. Tendrá que pagar por eso.
Indignado, el turista responde:
—¡Pero si el mantel ya estaba quemado cuando llegué!
A lo que el camarero, con una expresión de satisfacción, responde:
—Sí… pero fue su bisabuelo quien lo quemó.
Resignado, el turista saca un billete de 5.000 coronas y paga. El camarero le dice que espere mientras va a traerle el cambio.
El Descuido Más Vergonzoso
Mientras espera el vuelto, el turista siente un fuerte malestar estomacal. De repente, necesita soltar un gas. Afortunadamente, en el restaurante suena una música bastante fuerte, así que, ingenioso y discreto, decide sincronizar su liberación con la parte más intensa de la melodía.
Finalmente, al dejar salir el gas, siente un gran alivio. Sin embargo, al cabo de unos segundos, nota algo extraño: todo el restaurante lo mira fijamente.
Es entonces cuando se da cuenta del terrible error: tenía puestos sus auriculares y la música solo sonaba en sus oídos.
El camarero regresa con el vuelto, pero además le cobra un 10% de propina. El turista, avergonzado, sale del restaurante apresuradamente sin discutir el cobro.
La Reflexión del Turista
Horas después, cuando ya se había calmado, el turista recordó algo que le había mencionado su guía turístico en Praga:
—Es ilegal que los restaurantes cobren propina sin el consentimiento del cliente.
Pero en aquel momento, la vergüenza pesó más que la norma legal. Se dio cuenta de que había sido víctima de una de las tantas „estrategias“ con las que algunos empresarios avispados sacan provecho de los turistas en Praga.