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Cementerio Judio

La ciudad de Praga, con sus torres góticas, callejones estrechos y rica herencia judía, es el escenario de una de las leyendas más fascinantes de Europa: la del Golem. Esta criatura de arcilla, símbolo de protección y poder, es inseparable del legado del rabino Judá Löw, cuya figura histórica se funde con el mito en el alma misma del barrio de Josefov.

El nacimiento de una criatura mágica

Según cuenta la leyenda, el rabino Löw recibió en sueños un mensaje divino:
“Crea una criatura de arcilla que te ayudará contra todos los enemigos.”

Siguiendo esa revelación, el rabino, acompañado de dos eruditos, se dirigió al amanecer a la ribera del río Moldava. Vestidos de blanco y guiados por antiguos rituales, moldearon con arcilla húmeda la figura de un hombre gigantesco. Tras recitar fórmulas sagradas, el Golem abrió los ojos y cobró vida. Su existencia fue sellada por el Shemá, un pergamino con inscripciones sagradas colocado en su interior.

Así comenzó su labor: patrullar el gueto judío, especialmente de noche, para protegerlo de amenazas externas. Sin embargo, con el tiempo, la criatura adquirió una fuerza descomunal e incontrolable. Un día, el rabino olvidó desactivarlo, y el Golem desató el caos, sembrando la destrucción en su paso. Alarmado, Löw interrumpió el servicio religioso en la sinagoga y corrió a detenerlo.

El final del Golem y el misterio del ático prohibido

Frente al Golem, el rabino retiró el Shemá y lo sustituyó por uno nuevo, ordenándole descansar en la Sinagoga Vieja-Nueva. Cuando la criatura se durmió, Löw y sus discípulos recitaron las fórmulas mágicas en sentido inverso hasta que el cuerpo del Golem se desintegró en polvo. Desde entonces, el acceso al ático donde fue escondido quedó estrictamente prohibido.

Aunque la tradición mantuvo esa restricción durante siglos, en el siglo XVIII el rabino jefe Landau decidió entrar. Al salir, pálido y tembloroso, nunca reveló lo que había visto y restableció inmediatamente la prohibición. ¿Fue solo una leyenda o hay algo de verdad? Eso sigue siendo un misterio que cada visitante debe decidir por sí mismo.

Siguiendo los pasos del rabino Löw por la Praga judía

El barrio de Josefov es uno de los enclaves judíos mejor conservados de Europa. Su Antiguo Cementerio, la Sinagoga Vieja-Nueva y sus callejones históricos son escenarios naturales para las leyendas que rodean al Golem y su creador.

El sabio de origen incierto

Poco se sabe con certeza sobre los orígenes de Judá Löw. Nacido entre 1512 y 1525, no fue en Praga donde vio la luz por primera vez. Su historia comienza en Mikulov, ciudad de Moravia, donde fue Gran Rabino Provincial durante dos décadas. En 1573, su reputación lo llevó a Praga como director de la escuela talmúdica. Más tarde, entre 1592 y 1595, ejerció como Rabino Provincial de Polonia en Poznań, antes de regresar a la capital checa, donde se convirtió en Gran Rabino del Reino.

Löw falleció en 1609. Su tumba, ubicada en el Antiguo Cementerio Judío, es hoy uno de los lugares más visitados del barrio. Según la tradición, quienes colocan un deseo escrito en un papel sobre su lápida pueden ver su petición cumplida.

Más que un mito, un legado

Aunque destacó en campos como las matemáticas y la astronomía —fue amigo de Tycho Brahe y da nombre a un cráter lunar—, el rabino Löw ha pasado a la historia más por su vínculo con el Golem que por su obra académica.

Así, entre ciencia y misticismo, Praga conserva viva una de sus leyendas más icónicas, desdibujando los límites entre la realidad y la fantasía, y haciendo que cada visitante se pregunte: ¿Y si el Golem aún duerme en algún rincón olvidado de la ciudad?

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