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Un restaurante

El Gobierno checo impulsa el regreso del registro electrónico de ventas: ¿una medida eficaz o una carga para los pequeños negocios?

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Con el objetivo de combatir la evasión fiscal, el nuevo Ejecutivo de la República Checa ha acordado restablecer el sistema de registro electrónico de ventas (EET). La medida abarcaría a todos los autónomos y empresarios, desde grandes cadenas hasta microempresas. Si bien muchas compañías de mayor escala dicen estar preparadas, los trabajadores independientes y pequeñas empresas manifiestan preocupaciones ante su reintroducción.

La idea de reimplantar el sistema de registro electrónico de ventas no es nueva en la República Checa. Originalmente, la Ley 112/2016 Coll. —que establecía el registro en línea de los ingresos mediante emitido de recibo con código fiscal (FIK) y comunicación con la administración tributaria— entró en marcha por fases desde diciembre de 2016. 
El sistema se justificó como herramienta para reducir la economía sumergida: según estimaciones oficiales, los ingresos no declarados superaban los 170 000 millones de coronas al año.

Sin embargo, la normativa fue finalmente abolida mediante la ley 458/2022 Coll., publicada el 28 de diciembre de 2022, lo que puso fin a la obligación de registro a partir del 1 de enero de 2023

Ahora, varios meses después, el nuevo gobierno ha decidido retomar la iniciativa y aplicar la reintroducción del EET a partir de 2027, según declaraciones de la candidata a Ministra de Finanzas, Alena Schillerová. Se estima una recaudación adicional de unos 30 000 millones de coronas para el presupuesto estatal.

Preparación y percepciones: grandes empresas vs pequeñas

El panorama es dual. Por un lado, muchos empresarios que ya operaban dentro de la legalidad aseguran que la reintroducción del EET no les genera problemas. Así lo asegura Milada Monto, propietaria del Café y Bistrot Artisan:

«Al principio fue un poco complicado porque no estábamos acostumbrados. No tuvimos que prepararnos porque nunca cancelamos el sistema. Aunque nuestras ventas no están sujetas a impuestos, seguimos declarando todo lo que pasa por nuestra caja».
Asimismo, Milan Wimmer, propietario de la cervecería Hostivar, indica que su negocio —una cadena de restaurantes— ya tenía procesos formales y, por tanto, la implementación no sería un obstáculo para ellos.

Pero existen reticencias. Por ejemplo, Zdeněk Harant, dueño del pub U Hrocha, reconoce que su establecimiento aún no ha integrado pagos con tarjeta y que prefería mantener el sistema anterior:

«Estamos acostumbrados al sistema anterior, así es como funciona, así que no queríamos cambiar nada todavía. Si quieren que las tarjetas sean obligatorias, las adoptaremos».

Desde el lado del cliente también se han recogido opiniones: uno de los camareros, Pavel Dohnal, señaló que durante el periodo anterior de EET “la mayoría de la gente no quería recibos; al contrario, les molestaba”.

Críticas desde los pequeños comerciantes

Una de las críticas más potentes procede de los pequeños comerciantes y autónomos, que denuncian que el sistema penaliza a los más modestos mientras que quienes ya operan formalmente apenas se ven afectados. El anticuario Jan Augustin Hofman expresa su escepticismo:

«Siguen apresurándose a recaudar impuestos, y los más ricos no pagarán nada de todos modos. Optimizarán sus gastos y harán deducciones, y no pagarán ni una corona».

Para muchos, la reintroducción del EET se percibe como una carga administrativa adicional, especialmente cuando todavía no tienen la infraestructura adecuada —como pagos con tarjeta, sistemas conectados a internet, etc.— o cuando operan en una escala pequeña.

Opinión política y económica: ¿una buena decisión?

La ministra candidata Alena Schillerová defiende que la derogación del EET fue un error y que su regreso permitirá un ajuste del entorno empresarial en favor de la transparencia y la recaudación legítima.
Por su parte, Petr Fiala —primer ministro cuando se abolió el sistema— se muestra contrario:

«Consideramos que reintroducir el EET es un paso atrás. Cuando lo abolimos, lo hicimos porque no cumplía su promesa original: en lugar de ayudar a los empresarios honestos, asfixiaba con burocracia a las pequeñas y medianas empresas, en particular».
Entre los economistas, también existe un consenso en que el problema no fue el sistema en sí, sino la forma en que se introdujo y la abrupta cancelación: según Petr Dufek, «la desventaja radica en su introducción… El sistema debería haber evolucionado, no haberse detenido y reiniciado».

¿Efectividad real o gesticulación política?

Para buena parte de la opinión pública, la efectividad de la reintroducción del EET es motivo de dudas. En encuestas realizadas por los medios (como Televizní noviny) se recogen respuestas variadas:

  • «Ya soy escéptico respecto a estas cosas. Quien quiera robar al Estado, seguirá robándolo».

  • «Tengo un negocio, así que lo recuerdo. No me molestó en absoluto, lo hago habitualmente, así que no me afecta».

  • «Es estupendo, que se implemente. Porque de alguna manera reducirá la economía sumergida».
    Las respuestas reflejan una división: algunos ven con optimismo la medida como paso hacia la transparencia financiera; otros la interpretan como un gesto simbólico, poco realista para resolver la evasión estructural.

Conclusión

La reintroducción del sistema de registro electrónico de ventas en la República Checa aparece como un intento del Gobierno de reforzar la recaudación fiscal y limitar la economía informal. No obstante, el reto sigue siendo cómo implementarlo de forma que no penalice desproporcionadamente a los pequeños emprendedores, que constituyen una parte importante del tejido empresarial.
De aquí a 2027, fecha prevista para su entrada en vigor, habrá que observar:

  • cómo evoluciona la regulación y si se introducen medidas de flexibilización para los autónomos y microempresas;

  • qué soporte técnico, formativo y financiero se ofrece a los empresarios para adaptar sus sistemas;

  • cuál será el impacto real en la recaudación fiscal y en la reducción del fraude, una vez pase la fase de adaptación.

El equilibrio entre formalización, competitividad empresarial y carga administrativa volverá a ponerse a prueba en un país donde el debate sobre legalidad, fiscalidad y emprendimiento está muy vivo.

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