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rostros

Dos curas conversaban tranquilamente sobre temas del día a día cuando se acercó un político curioso y les preguntó:

—¿Qué hizo Noé durante los 40 días del diluvio?

Los curas pensaron y respondieron:
—Seguramente muchas cosas… rezar, por ejemplo.

El político les interrumpió con aire sabiondo:
—¡No, no! Tuvo mucho tiempo para pescar… pero solo tenía dos gusanos. Por eso, en aquel entonces, los gusanos se vendían más caros. ¡Tenían que responder a las necesidades del mercado!

Los curas se miraron confundidos e intentaron explicarle que, según la Biblia, en ese momento Noé y su familia eran los únicos habitantes del mundo. Pero el político, antes de que pudieran decir una palabra, alzó la voz:

—¡Entiendan! Así funcionamos en los partidos de derecha: hacemos lo mejor posible para que el pueblo se beneficie.

Acto seguido, el político se marchó con unas maletas en la mano. En el camino, se encontró con un viejo amigo en silla de ruedas.

Zapatos nuevos, enfado viejo

El amigo que estaba en silla de ruedas que le habían amputado las piernas en un accidente de tránsito lo saludó pero se notaba un poco molesto y le dijo:

—El Parlamento debería aprobar una ley… para que la gente aprenda a comunicarse.

Así el hombre en la silla de ruedas le contó a su amigo contó lo que le había pasado ese día:
—Pasaba frente a una zapatería cuando una vendedora me detuvo y me preguntó si quería un par de zapatos nuevos.

—¿Y qué hiciste? —preguntó el político.

—La miré con incredulidad, me indigné, la reprendí y me fui molesto. Estaba tan enfadado que salté un semáforo en rojo. Un policía me detuvo y yo, aún alterado, le solté:

—¡Imagínese! Me preguntaron si quería zapatos nuevos…

El político se sintió con curioso.
—¿Y qué te respondió el policía?

—Con total serenidad me dijo:
—¡Qué desconsiderada la vendedora! ¡Tendrías que haberle dado una patada en el culo!

El político sonrió orgulloso:
—¿Ves? Gracias a mi partido, ahora todos saben lo que tienen que decir y hacer.

Luego añadió:
—No te preocupes, te invito una cerveza. ¡Eso te levantará de la silla!

El amigo, aún molesto, murmuró mientras se alejaba el político:
—Su coalición debería llamarse Separaditos del pueblo, porque no entienden ni las necesidades básicas de la gente…

El problema de tener demasiado dinero

El político llegó a casa con las maletas que venia cargando de su trabajo. Dentro llevaba el reciente aumento salarial aprobado para los diputados.

Abrió una de las maletas y empezó a sacar billetes. Su esposa lo observó horrorizada:

—Por favor, ¿qué se supone que hago con todo esto? Tenemos los armarios y cajones llenos de dinero. ¡Ya no cabe más!

Él, sin inmutarse, respondió:

—¡Imagina cómo será en las familias donde él y ella trabajan!

Y añadió para sí mismo:
—Y eso que todavía aquí en Chequia no ganamos lo mismo que en Alemania

¿Cómo detectar a un imbécil perfectamente normal?

En medio de sus reflexiones, sonó el móvil del político. Al otro lado, alguien preguntó:

—¿Cómo se descubre si alguien, que parece perfectamente normal, es en realidad un imbécil perfectamente normal?

El político respondió seguro:

—Hay que hacerle preguntas especiales.

La voz al otro lado del celular le dijo:—¿Por ejemplo?

El político le replicó:—El alpinista Schwarz subió el Mont Blanc dos veces. En una de esas ascensiones, se cayó y murió. ¿En cuál?

—No lo sé… —respondió la voz confundida.

—¡Y cómo vas a saberlo, si tú eres el Primer Ministro y ni siquiera te interesa el alpinismo! —replicó el político.

Y concluyó con un suspiro:

—Ni te has dado cuenta de que en las encuestas electorales, en vez de subir la montaña, vamos bajando la montaña en caída libre.
Para escalar de nuevo… hay que conectar con el pueblo.

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