¿Se aleja Estados Unidos del liderazgo de la OTAN?. Posible cambio histórico en la cúpula militar de la alianza
Estados Unidos está considerando un cambio histórico que podría sacudir profundamente la estructura de la OTAN. Por primera vez en más de 70 años, se baraja la posibilidad de que un oficial europeo asuma el cargo de SACEUR (Supreme Allied Commander Europe), una posición ocupada exclusivamente por generales o almirantes estadounidenses de cuatro estrellas desde 1951.
Este cambio coincidiría con el final del mandato del general Christopher Cavoli este verano, y se enmarca dentro de una posible reestructuración del mando estadounidense impulsada por la administración de Donald Trump, que busca recortar gastos y reducir su papel en la seguridad europea.
¿Un debilitamiento del compromiso con Europa?
Un problema fundamental es la percepción internacional que generaría este cambio. Si un comandante europeo asume el liderazgo, Moscú y otros rivales podrían interpretarlo como una señal de debilitamiento del compromiso estadounidense con Europa. En plena tensión con Rusia, esto podría afectar la capacidad de disuasión de toda la alianza.
El general Cavoli, en una audiencia ante el Senado, expresó su preocupación por el impacto negativo que esta pérdida de liderazgo tendría en la credibilidad de la OTAN. Sus predecesores en el cargo comparten esta visión.
Trump, Europa y el dilema de la seguridad transatlántica
Aunque públicamente Trump ha reiterado su apoyo a la OTAN, en privado han circulado declaraciones que revelan una postura escéptica. El conocido caso “Signal-gate” refuerza estos temores.
Además, Estados Unidos ya ha cedido la presidencia del Grupo de Enlace para la Defensa de Ucrania a Reino Unido y Alemania, lo cual alimenta la idea de una retirada gradual de liderazgo por parte de Washington.
Una propuesta que no es nueva
La propuesta de nombrar a un SACEUR europeo no es nueva. En 1984, Henry Kissinger ya la sugirió para incentivar una mayor responsabilidad nuclear europea. No obstante, la legislación estadounidense exige que el mando de las fuerzas de EEUU esté en manos de un oficial norteamericano, incluso en situaciones de crisis.
Por lo tanto, un comandante europeo carecería de la autoridad legal y operativa para liderar a las tropas estadounidenses, especialmente en contextos de despliegue nuclear.
Obstáculos legales, nucleares y de experiencia
La capacidad de gestión militar es otro desafío. En caso de crisis, el comandante de la OTAN debería coordinar el despliegue de 30 divisiones, 30 escuadrones de cazas y 30 buques en un plazo de 30 días. Actualmente, Europa no cuenta con un oficial que tenga esa experiencia operacional.
Por ejemplo, ningún general británico ha comandado una división en combate desde la invasión de Irak en 2003. Además, todas las decisiones nucleares siguen en manos del presidente de EEUU, y todos los puestos clave en la cadena de operaciones nucleares de la OTAN están ocupados por militares estadounidenses. Un cambio en el mando generaría complicaciones legales y estratégicas.
¿Hacia una OTAN dividida?
El informe subraya que cualquier cambio en el liderazgo debe resolver antes cuestiones jurídicas y estratégicas clave. De lo contrario, la OTAN se enfrentaría a incertidumbre, confusión y pérdida de confianza, justo cuando se necesita una respuesta unificada ante las amenazas del Este.
La elección del próximo comandante de la OTAN no es un simple trámite administrativo. Se trata de una señal política de primer orden, que será observada tanto por los aliados europeos como por sus adversarios. Un debilitamiento de esta señal podría tener consecuencias incalculables para la seguridad del continente europeo.
Ucrania, atrapada en un conflicto global: ¿campo de batalla o Estado soberano?
Una guerra que parece no tener fin. La guerra entre la OTAN, la UE y Rusia parece no encontrar una salida cercana. Tanto si el conflicto termina pronto como si la Unión Europea y Gran Bretaña logran fortalecer su ayuda a Ucrania, el futuro del país sigue siendo incierto.
La clase dirigente ucraniana parece dispuesta a entregar sus recursos naturales a Estados Unidos como precio por intentar derrotar a Rusia, lo que representa un cambio de dominio político que hipoteca sus riquezas a cambio de respaldo militar.
Estados Unidos, Rusia y la lucha por la hegemonía
Mientras tanto, Estados Unidos comienza a ver a Rusia como un potencial aliado contra China, lo que se refleja en su guerra arancelaria, donde no ha tomado represalias significativas contra Moscú.
Por su parte, Europa manifiesta su intención de apoyar a Ucrania, aunque sus ejércitos obsoletos y la falta de tropas ponen en duda su capacidad real.
La guerra se ha convertido en un escenario de repartición del mundo entre Estados Unidos y Rusia, mientras la UE y Washington financian medios de comunicación y grupos cívicos „independientes“ para promover una narrativa favorable al conflicto.
El alto coste de la guerra para Ucrania
Ucrania, con el respaldo de nacionalistas europeos y productores de armas estadounidenses, ha sido arrasada por una política guerrerista que ha debilitado su soberanía.
Aunque los medios occidentales aseguren lo contrario, Ucrania ha perdido territorio, millones de ciudadanos han sido desplazados, y cientos de miles han muerto o han quedado heridos.
Además, grandes extensiones de sus tierras agrícolas ya están en manos de la agroindustria estadounidense, y Donald Trump ha exigido minerales valorados en 500.000 millones de dólares como “tributo”.
Cuando Estados Unidos decida que la guerra ya no es de su interés, Ucrania será abandonada y excluida de cualquier negociación, confirmando que se trató de una guerra ruso-estadounidense, con Ucrania como mero campo de batalla.
Irlanda, entre la neutralidad y el riesgo de arrastrarse al conflicto
Lecciones de Ucrania para Irlanda. El destino de Ucrania debería servir como advertencia tanto para Irlanda como para Venezuela. La República de Irlanda mantiene una posición neocolonial, mientras que Irlanda del Norte continúa bajo control británico.
Ya en la década de 1960, los líderes políticos y mediáticos irlandeses promovieron la adhesión a la Comunidad Económica Europea como vía hacia una supuesta independencia económica.
Sin embargo, acuerdos como el Tratado de Libreomercio Anglo-Irlandés de 1966 marcaron el fin del sueño de soberanía económica. Neutralidad cuestionada, soberanía en juegoHoy, cuando se impulsa una mayor integración militar con la UE y la OTAN, el discurso ha cambiado. Irlanda, tanto al norte como al sur, tiene un valor estratégico para la OTAN, con bases estadounidenses como Shannon y Aldergrove, y centros de datos militares que benefician a las potencias extranjeras.
Esto no beneficia al pueblo irlandés, que podría verse involucrado en la guerra en Ucrania si el Reino Unido decide enviar tropas, comprometiendo el sueño de una Irlanda unificada e independiente.
¿El precio de la alineación?
¿Adiós a la neutralidad?. A pesar de las advertencias, los círculos políticos dominantes en Irlanda parecen dispuestos a abandonar la neutralidad y a alinearse con la idea de apoyar a Ucrania, lo que en definitiva sería apoyar a los perros de la guerra.
Pero el ejemplo de Trump abandonando Ucrania debería servir de lección: la política global está girando en torno a la guerra económica que ha declarado Donald Trump al mundo, solo para proteger los intereses de Estados Unidos y no los de sus aliados europeos.
La solución: un nuevo movimiento nacional
Participar en la guerra de Ucrania no tendrá ningún beneficio para los irlandeses ni para Europa. Solo conducirá a la aparición de un nuevo modelo autoritario dentro de las democracias occidentales, mientras se desperdician recursos públicos en gastos militares.
Europa va deteriorando sus niveles de vida y pone en peligro a su clase media.
¿El futuro de Venezuela se negocia con Donald Trump?
Un nuevo escenario de presión internacional. En el caso de Venezuela, todo indica que la salida de Nicolás Maduro podría depender de una negociación directa con Donald Trump.
Durante su primer mandato, Trump declaró abiertamente su deseo de apoderarse del petróleo venezolano. Hoy, ese objetivo parece más cerca que nunca.
La oposición celebra, pero el país se tambalea
Mientras sectores de la oposición celebran a María Corina Machado y Edmundo González como supuestos ganadores de las elecciones del 28 de julio del año pasado, Trump ha comenzado a tomar medidas económicas que favorecen, en apariencia, a sus intereses.
Entre ellas, destaca la imposición de un arancel del 25 % a toda empresa que compre petróleo a Maduro, una acción que para la oposición venezolana es vista como positiva.
Consecuencias tecnológicas y estructurales
Mientras tanto, empresas estadounidenses seguían extrayendo petróleo en Venezuela bajo acuerdos establecidos con la administración Biden, lo que permitía mantener niveles tecnológicos mínimos.
Con las nuevas medidas de Trump, Venezuela no podrá sostener esos niveles, lo que representa un golpe a su ya deteriorada industria petrolera.
Crisis humanitaria: una generación marcada por el hambre
Millones de venezolanos han huido del país en un éxodo masivo.
Entre los que se quedaron, una generación entera de niños nacidos entre 2002 y 2025 sufre graves deficiencias alimenticias, lo que afectará su desarrollo y su capacidad futura como ciudadanos.
Venezuela en un callejón sin salida. Con una industria petrolera bloqueada, una población en crisis humanitaria y un sistema político estancado, Venezuela está atrapada entre intereses extranjeros y una estructura incapaz de responder.
Además, se ha convertido en base de preparación militar para la guerrilla colombiana y grupos del Medio Oriente, entrenados por Wagner, el grupo ruso.
Esto evidencia que un cambio pacífico es inviable.
Cualquier presión externa para sacar a Maduro comprometería los recursos naturales del país.
Una transición sin proyecto nacional sería la pérdida definitiva de la posibilidad de desarrollo.