Uno de los monumentos más emblemáticos de Praga es, sin duda, el Puente de Carlos. Desde este histórico cruce sobre el río Moldava, el astrónomo Tycho Brahe debió haber admirado el cielo estrellado en más de una ocasión. Construido en 1402 sobre los restos del antiguo Puente de Judit, este puente no solo es un prodigio arquitectónico, sino también el protagonista de innumerables leyendas.
La Espada de Bruncvík: Un Arma Mágica Escondida en el Puente
Otra de las leyendas más fascinantes es la del príncipe Bruncvík, cuya espada mágica, capaz de decapitar enemigos por sí sola, estaría oculta en el puente. La tradición dice que cuando la tierra checa enfrente su mayor peligro, San Wenceslao emergerá a caballo, liderando a los caballeros de Blaník, y su corcel derribará el puente justo donde se encuentra la espada. Hasta el día de hoy, los checos siguen esperando ese momento.
La Peluquera Zuzana y el Rescate del Rey
También se cuenta una encantadora historia sobre Zuzana, una hermosa peluquera que habría ayudado a escapar al rey Wenceslao IV de su cautiverio en los baños termales del Moldava, tras ser capturado por señores checos rebeldes.
Aunque este relato fue creado por el cronista Václav Hájek de Libočany, más conocido por su imaginación que por su rigor histórico, la leyenda se mantiene viva. En la Torre del Puente de la Ciudad Vieja, pueden verse cinco martines pescadores en una corona de flores, un emblema personal de Wenceslao IV, símbolo de eternidad e inmortalidad y también el distintivo del gremio de barberos de Praga. Se dice que solo las personas honestas pueden encontrar las cinco aves en la torre.
Las Esculturas del Puente y un Misterioso Rostro Barbado
El Puente de Carlos alberga 30 estatuas y grupos escultóricos, la mayoría de estilo barroco. La más famosa es la de San Juan Nepomuceno, quien, según la tradición, fue arrojado desde el puente al Moldava. En el lugar de su supuesta caída, sobre la barandilla de piedra, se encuentra una pequeña cruz de metal que los visitantes tocan para atraer la buena suerte.
Otro enigma del puente es la cabeza de piedra de un hombre con barba, una figura que suele pasar desapercibida. Discretamente esculpida en el muro del terraplén, entre la Torre del Puente y el antiguo monasterio de la Orden de los Caballeros Teutónicos con la Estrella Roja, esta escultura originalmente formaba parte del Puente de Judit. Su identidad sigue siendo un misterio, pero los praguenses la han llamado Bradáč (barbudo) desde tiempos inmemoriales.
El Puente de Carlos es mucho más que una obra maestra medieval: es un testigo vivo de la historia, la fe y las leyendas de Praga. ¿Quién sabe cuántos secretos más esconde bajo su antiguo pavimento de piedra?
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